En
el 4to. congreso realizado el 17 de octubre de 1884, la noble
orden de los caballeros del trabajo había resuelto que
desde el 1 de mayo de 1886 la duración legal de la jornada
de trabajo debería ser de 8 horas, instando a las organizaciones
gremiales a ir a la huelga general en caso de no cumplirse tal
derecho. Esta resolución despertó el interés
de las organizaciones, que veían la posibilidad de obtener
mayor cantidad de puestos de trabajo con la jornada de ocho horas
a fin de reducir de esa manera el gran desempleo que existía
en esos tiempos.
En
1886, el presidente Andrew Johnson promulgó la ley que
establecían las jornadas laborales de 8 hs. habiendo sancionado
19 estados leyes que extendían las jornadas hasta 10 hs,
pero siempre con cláusulas adicionales que permitían
aumentarlas a entre 14 y 18 horas, pese al alcance de la ley que
era bastante flexible para las patronales, en la práctica
las jornadas siguieron siendo muy prolongadas para los trabajadores.
La
convocatoria a la huelga Ante el incumplimiento de la Ley las
organizaciones sindicales convocaron el 1º de mayo a la huelga
general, sin embargo La "Noble Orden de los Caballeros del
Trabajo" remitió una circular a todas las organizaciones
adheridas para que la medida sea suspendida, recibiendo el repudio
de los trabajadores quienes calificaron a la dirigencia como traidora.
al movimiento obrero.
La
prensa de esos días mientras tanto al igual que en el presente
2 días antes de la precitada fecha, expresaba entre otros
considerandos que: «Además de las ocho horas, los
trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más
locos anarco-socialistas», que «Las huelgas para obligar
al cumplimiento de las ocho horas pueden hacer mucho para paralizar
nuestra industria, disminuir el comercio y frenar la renaciente
prosperidad de nuestra nación, pero no lograrán
su objetivo» «El elemento laboral ha sido picado por
una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco
de remate: piensa precisamente en estos momentos en iniciar una
huelga por el logro del sistema de ocho horas», que «Los
desfiles callejeros, las banderas rojas, las fogosas arengas de
truhanes y demagogos que viven de los impuestos de hombres honestos
pero engañados, las huelgas y amenazas de violencia, señalan
la iniciación del movimiento».
Pese
a la campaña realizada por la prensa el 1° de mayo
de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron la huelga mientras que
otros 200.000 obtenían esa conquista con la simple amenaza
de paro.
En
Chicago donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peor
que en otras ciudades del país las movilizaciones siguieron
durante los días 2 y 3 de mayo. La única fábrica
que trabajaba era la fábrica de maquinaria agrícola
McCormik que estaba en huelga desde el 16 de febrero porque querían
descontar a los obreros una cantidad para la construcción
de una iglesia. La producción se mantenía a base
de esquiroles. El día 2 la policía había
disuelto violentamente una manifestación de más
de 50.000 personas y el día 3 se celebraba una concentración
en frente a sus puertas, haciendo uso de la palabra el anarquista
August Spies sonó la sirena de salida de un turno de rompehuelgas.
Los concentrados se lanzaron sobre los scabs (amarillos) comenzando
una pelea campal. Una compañía de policías,
sin aviso alguno, procedió a disparar a quemarropa sobre
la gente produciendo 6 muertos y varias decenas de heridos.
El
redactor del Arbeiter Zeitung Fischer corrió a su periódico
donde redacta una proclama (que luego se utilizaría como
principal prueba acusatoria en el juicio que le llevó a
la horca) imprimiendo 25.000 octavillas. La proclama decía:
Trabajadores:
la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica
McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide
venganza!.
¿Quién podrá dudar ya que los chacales que
nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora?
Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al
terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la
muerte que la miseria.
Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que
los amos lo recuerden por mucho tiempo.
Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas!.
Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos
y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los
ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la
salud de los bandidos del orden...
¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!.
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!.
La
proclama terminaba convocando un acto de protesta para el día
siguiente (4/5) a las 16,00 hs- en la plaza Haymarket, obteniéndose
a tal fin un permiso del alcalde Harrison para hacer el acto recién
a las 19.30. A la cita concurrieron mas de más de 20.000
personas que fueron reprimidas por 180 policías uniformados.
Un artefacto explosivo estalló entre los policías
produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió
fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número
desconocido de obreros.
Se
declaró el estado de sitio y el toque de queda deteniendo
a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados,
acusados del asesinato del policía.
Estos
hechos represivos fueron apoyados por una campaña de prensa
con citas como:
Qué
mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A
la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos
sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa
que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para
abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra
nación, y que en todos estos años no han hecho otra
cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!.
La
Prensa reclamaba un juicio sumario por parte de la Corte Suprema,
y responsabilizando a ocho anarquistas y a todas las figuras prominentes
del movimiento obrero.
El
21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables,
que luego quedaron en 8. Las irregularidades en juicio fueron
muchas violándose todas las normas procesales de forma
y de fondo, tanto que ha llegado a ser calificado de juicio farsa.
Los juzgados fueron declarados culpables.
Fueron
a prisión:
•
Samuel Fielden, inglés, 39 años, pastor metodista
y obrero textil, condenado a cadena perpetua.
• Oscar Neebe, estadounidense, 36 años, vendedor,
condenado a 15 años de trabajos forzados.
• Michael Schwab, alemán, 33 años, tipógrafo,
condenado a cadena perpetua.
• El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución
en la horca de:
• Georg Engel, alemán, 50 años, tipógrafo.
• Adolf Fischer, alemán, 30 años, periodista.
• Albert Parsons, estadounidense, 39 años, periodista,
esposo de la mexicana Lucy González Parsons aunque se probó
que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar
con sus compañeros y fue juzgado igualmente.
• August Vincent Theodore Spies, alemán, 31 años,
periodista.
• Louis Lingg, alemán, 22 años, carpintero
para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda.
Relato
de la ejecución por José Martí, poeta, periodista
y revolucionario salvadoreño corresponsal en Chicago del
periódico La Nación de Buenos Aires.
...salen
de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia,
les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen
los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja
blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos.
Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas
delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro
de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons,
Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita:
"la voz que vais a sofocar será más poderosa
en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora».
Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa
cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...
El
Crimen de Chicago costó la vida de muchos trabajadores
y dirigentes sindicales; no existe un número exacto, pero
fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de
bala o torturados. La mayoría eran inmigrantes: italianos,
españoles, alemanes, irlandeses, rusos, polacos y de otros
países eslavos.
Que
pasó luego de la huelga iniciada el 1º de mayo
A
finales de mayo de 1886 varios sectores patronales accedieron
a otorgar la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de
obreros. El éxito fue tal, que la Federación de
Gremios y Uniones Organizadas expresó su júbilo
con estas palabras: «Jamás en la historia de este
país ha habido un levantamiento tan general entre las masas
industriales. El deseo de una disminución de la jornada
de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse
a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían
permanecido indiferentes a la agitación sindical».
La jornada de 8 horas marcó un punto de inflexión
en el movimiento obrero mundial.
A
lo largo del siglo XX, los progresos laborales se fueron acrecentando
con leyes para los trabajadores, para otorgarles derechos de respeto,
retribución y amparo social. En la última década
del siglo esos progresos retrocedieron bajo la influencia del
neoliberalismo.
En
la actualidad, muchos países rememoran el Primero de Mayo
como el origen del movimiento obrero moderno. Hay algunos que
no lo hacen, siendo en general países de colonización
británica, como Estados Unidos de Norteamérica y
Canadá, que celebran el Labor Day (Día del Trabajo)
el primer lunes de septiembre; Nueva Zelanda, el cuarto lunes
de octubre. En Australia, cada estado federal decide la fecha
de celebración: el primer lunes de octubre en el Territorio
de la Capital Australiana, Nueva Gales del Sur y Australia Meridional;
el segundo lunes de marzo, en Victoria y Tasmania; el primer lunes
de marzo, en Australia Occidental; y el primero de mayo en Queensland
y el Territorio del Norte.
En
1954 el papa católico Pío XII apoyó tácitamente
esta jornada de memoria colectiva al declararla como festividad
de San José Obrero. Últimamente se viene denominando
a este día como Día Internacional del Trabajo. En
Portugal el Día Internacional de los Trabajadores se comenzó
a celebrar libremente tras el triunfo de la Revolución
de los claveles el 25 de abril de 1974.