El incendio, que se produjo en Villafañe al 1400, entre Azara y Jovellanos, "comenzó con una fuerte explosión que generó un fuerte ruido y muchísimo humo", dijo a Télam un vecino del lugar.

"Se escuchó una explosión y los vecinos salimos al balcón, había mucho humo y después empezamos a escuchar a los bomberos. Explotó aparentemente un horno en algún departamento de la planta baja, por lo que las aberturas volaron y están en la mitad de la calle", precisó.

Varias dotaciones de bomberos, policía y al menos ocho ambulancias continuaban trabajando en el lugar.

Con un perfil cada vez más alejado de las grandes empresas y de las tareas rutinarias, parece consolidarse entre los porteños -especialmente entre los jóvenes de hasta 35 años- la tendencia de dejar de trabajar en relación de dependencia para invertir en un proyecto propio. Así, se vuelven jefes de sí mismos y, a pesar de los riesgos económicos a los que se someten cuando renuncian a sus puestos, lo que los moviliza es la libertad de sentirse independientes, innovadores y dueños absolutos de su futuro.
Sólo el año pasado, 12.000 personas iniciaron en la ciudad su propio proyecto innovador, según los datos que aporta el Ministerio de Desarrollo Económico porteño. De ese total, casi el 30% se orientó a invertir en el sector de los servicios.
Y detrás de esas estadísticas, están las caras: Ezequiel Torello, un técnico en electrónica devenido en diseñador de bicicletas de madera para niños; Jesica Butman, licenciada en turismo, y Chantal Kleinman, economista, creadoras de un dispenser para vinos; Matías Fineschi, Guido Marucci y Nicolás Tzovanis, todos ellos ingenieros y a su vez desarrolladores de una aplicación para skaters, y Mayté Ossorio Domecq, diseñadora industrial y ahora una joyera sustentable.
Cada una de sus historias se ajusta a diferentes modelos, pero todos tienen algo en común: se arriesgaron a cambiar su rumbo laboral.
Según un estudio elaborado por el Observatorio de Emprendedores porteño, la mitad de los inversores tiene entre 18 y 35 años. Del informe se desprende, además, que a la hora de poner en marcha una idea, prácticamente no hay diferencias entre géneros: el 48% son mujeres y el 52%, hombres.
Si bien el informe no detalla si los proyectos prosperan con el paso del tiempo, fuentes del Ministerio de Desarrollo Económico explicaron que los inversores logran mantenerse estables durante los dos o tres años posteriores a la primera inversión, ya que durante esa etapa suelen ser premiados con dinero por los concursos a los que se presentan, como IncuBA, Innovar, PACC Emprendedores, el Programa de Emprendedores Independientes (PEI), Buenos Aires Emprende (BAE), Jóvenes Emprendedores del Banco Río e Ideas de Negocios Ucema, entre otros. También logran gestionar créditos a tasa cero en el Banco Ciudad.
El ministro de Desarrollo Económico porteño, Francisco Cabrera, explicó que quienes se animan a dar el paso hacia los emprendimientos "tienen un talento innato para la creatividad y cuentan con gran capacidad para enfrentar escenarios de incertidumbre. Por eso, buscamos promover herramientas para profesionalizar ese talento. Las principales ciudades del mundo tienen puesto el foco en esto: multiplicar y fortalecer a los emprendedores. Buenos Aires lo hace a través de la Academia BA Emprende".
"Desde amas de casa hasta profesionales buscan capacitarse y llevar adelante proyectos para ser sus propios jefes. Más que una tendencia laboral, es una actitud frente a la vida", agregó Cabrera.
JESICA Y CHANTAL
Una idea para que el vino no pierda su calidad
Conservar las bondades del vino una vez abierto. Ésa fue la inquietud que hace dos años tuvieron Jesica Butman, licenciada en turismo de 30 años, y Chantal Kleinman, economista de 27, y que rápidamente se convirtió en proyecto. Crearon Newine, una máquina para el fraccionamiento del vino, de uso particular y también comercial. "Desarrollamos dispensers de vinos por copa que permiten conservarlo, en buen estado, por 21 días", explica Butman, quien hace casi un año dejó de trabajar en una aerolínea para dedicarse a su proyecto. Kleinman renunció a una empresa de seguros.
"Al principio, trabajábamos hasta la madrugada en nuestro proyecto y no rendíamos en nuestros puestos, por eso decidimos renunciar. El negocio requería cada vez más atención", agrega Butman.
El dispenser más económico cuesta $ 40.000 y para llevar adelante el proyecto participaron en 2013 del concurso Buenos Aires Emprende (BAE). Ganaron $ 50.000 y una tutoría de un año. Obtuvieron el cuarto premio del concurso Jóvenes Emprendedores del Banco Río y recibieron otros $ 10.000.
MAYTE OSSORIO DOMECQ
Creadora de arte y joyas sustentables
El día que Mayte Ossorio Domecq, diseñadora industrial, recibió de regalo una bolsita con retazos de cuero de automóviles, algo cambió en su vida. Empezó a usar ese material para crear collares, brazaletes y pulseras, y así fue como nació su marca de joyas, Maison Domecq.
"Quería crear algo que tuviera que ver con el reciclado y también con el diseño. Luego, me dieron ganas de hacer algo que me represente. Así, surgió la idea de diseñar joyas sustentables", explica Ossorio Domecq, desde su taller en Barrio Norte.
Para abocarse a su proyecto, rechazó la propuesta de ascender a la gerencia de producto en la empresa de indumentaria donde trabajaba hace más de tres años. "Mi proyecto empezó a demandarme más tiempo para poder crecer. Tuve que elegir entre darle una oportunidad a mi marca, o dejarla ir", explica.
En 2012, su idea ganó en el PACC Emprendedor, y fue premiada con $ 75.000. Después ganó el IncuBA en 2013, y ahí fue cuando logró empezar a exportar.
Hoy, vende sus productos en Brasil, México, Estados Unidos y Francia, y gana entre 3500 y 4000 dólares por mes.
MATÍAS, GUIDO Y NICOLÁS
Ingenio y tecnología para medir piruetas
Los ingenieros Matías Fineschi, Guido Marucci y Nicolás Tzovanis, de 26 años, viajaron a Bariloche para hacer snowboard. En plenas vacaciones, se les ocurrió una idea que los convirtió en jefes de sí mismos. "Pensamos en crear una aplicación para snowboard que pudiera medir los trucos, pero finalmente decidimos hacerla para skate porque vivimos en Capital", explica Fineschi. Desarrollaron Sk8traker, un dispositivo electrónico que se coloca en la tabla, y que "trackea" la fuerza, la altura, el tiempo que estuvo en el aire y la velocidad de rotación. El dispositivo se comunica con la aplicación móvil, que graba las estadísticas y les permite a los deportistas superarse a sí mismos y competir. Para dedicarse al proyecto renunciaron a sus trabajos. "El ritmo de ser mi propio jefe es intenso, pero la satisfacción es grande. No volvería a trabajar en relación de dependencia", dice Fineschi.
Participaron del programa Buenos Aires Emprende de la Ciudad y del concurso emprendedores del Banco Nación. Recibieron US$ 15.000. Haxlr8r, una aceleradora de emprendimientos de EE.UU., los capacitó y aportó otros 50.000 dólares.
NICOLÁS TORELLO
Resolvió su vida en dos ruedas, y sin pedales
Ezequiel Torello, un técnico en electrónica de 44 años, dice que es un buscador incansable. Por eso, hace tres años decidió abandonar su trabajo en una productora y apostar por su proyecto personal: Gio, una empresa que se dedica a la construcción de bicicletas de madera para chicos de entre dos y tres años, pero sin pedales. "Los niños avanzan con los pies y, así, van desarrollando el equilibrio. Entonces, cuando empiezan a usar las bicicletas convencionales, no necesitan rueditas de apoyo porque ya saben lo más difícil, que es no caerse", explica Torello.
Las bicicletas cuestan entre $ 1200 y 1500, y vende, en promedio, 150 por mes. Asegura que le alcanza "para vivir bien" y que no cambiaría por nada la libertad que ganó. "Administro mi tiempo como quiero y no dependo del humor de otras personas", dice, orgulloso.
Para poner en marcha su proyecto, Torello fue subsidiado en 2012 con $ 15.000 por el Programa de Empleo Independiente (PEI). Además, en 2014, cuando participaba dentro del programa de emprendedores IncuBA, sacó un crédito de $ 40.000 en el Banco Ciudad, a tasa cero.
Fuente consultada: La Nación