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Agroecología
urbana; alimentos sanos: del huerto en casa a la mesa. 08/12/2014 |
Se
afianzan en la ciudad la siembra y el cultivo en espacios reducidos
Sembrar en el momento adecuado, buscar cada temporada semillas que
se adapten al suelo y al clima, encontrar la mejor estrategia para
preparar la tierra y el abono. Ésas son algunas de las claves
a la hora de diseñar un huerto hogareño. Remolachas,
ciboulette, papas, lechugas y espinacas asomarán a su tiempo
en cada cantero, macetero o bolsa para empezar a generar una producción
propia de alimentos.
Los huertos pequeños, familiares y urbanos superan las barreras
sociales. Se trata de elegir un modo más sano de alimentarse.
Y más económico. La agroecología urbana se
afianza en Buenos Aires y el conurbano. Hoy, sólo el programa
Pro Huerta tiene registrados 55.000 emprendimientos de este tipo.
La agroecología urbana se diferencia de la producción
orgánica o la siembra en grandes espacios: se trata de una
decisión personal por razones económicas, sociales
o ideológicas, que tiene detrás conceptos como el
comercio justo, la solidaridad y el desarrollo sustentable.
La agroecología urbana engloba también el concepto
de soberanía alimentaria; debate el modo actual de producción
agrícola y aparece como una solución posible para
las necesidades de millones de personas en todo el mundo que viven
con menos de dos dólares por día.
Las motivaciones y el movimiento de la agroecología urbana
se expanden en la región. En Rosario nació con la
crisis de 2001 y sigue en pie. Al AMBA llegó para quedarse.
Los huertos pequeños, familiares y urbanos superan las barreras
sociales. Se trata de elegir un modo más sano de alimentarse.
Y más económico.
Juan Pablo La Porta y María Belén Richter tomaron
la semana pasada la última clase para convertirse en promotores
sociales de esta movida. No sólo tienen su propia cosecha
de verduras, sino que también, de forma voluntaria, enseñarán
a otros cómo generar su huerta.
"Tuvimos esta iniciativa porque en mi casa siempre hubo huerta.
Como vivimos en un departamento generamos los plantines y después
los llevamos a la casa de mi hermano, que tiene un espacio un poco
más grande", contó La Porta, que vive en San
Miguel y cree que es preferible consumir frutas y verduras que no
hayan tenido ningún contacto con agroquímicos.
"Además, es una gran satisfacción ver crecer
lo que uno planta. Es muy importante conseguir y generar buenas
semillas para después poder intercambiar", agregó
su pareja, María Belén.
"La agricultura urbana es distinta de la periurbana. Esta última
es la que hace un productor hortícola que tiene cinco hectáreas.
El agricultor urbano vive en una cuadrícula urbana y produce
en el fondo de su casa, básicamente porque no le da la superficie
o porque tiene un espacio reducido. Tiene como premisa el comercio
justo", explicó Claudio Leveratto, jefe de la delegación
de la Zona Norte del INTA.
El comercio justo es una forma alternativa de intercambio de bienes
promovida por ONG y por las Naciones Unidas. Busca que productores
y consumidores acuerden el valor de las mercancías que intercambian.
La agroecología urbana se diferencia de la producción
orgánica o la siembra en grandes espacios: se trata de una
decisión personal por razones económicas, sociales
o ideológicas
Por caso, las semillas no se compran ni se venden, sino que son
objeto de trueque. Así sucede en los encuentros y talleres
que se dictan en ferias estables como Sabe la Tierra o Raíz,
o en convocatorias específicas de intercambio. Se hace en
El Galpón, en Chacarita, o en el Mercado Bonpland, de Palermo.
El sistema Pro Huerta cumple 25 años y cada temporada, cada
seis meses, reparte gratuitamente los sobres de semillas.
"Tratamos de que quienes vendan sus productos no lo hagan muy
caro porque si no resulta privativo para algunas personas. Es una
diferencia con el cultivo orgánico que termina incrementando
su valor después de la certificación", agregó
Leveratto.
San Miguel, José C. Paz y Malvinas Argentinas trabajan en
sinergia con el apoyo del INTA y de laUniversidad Nacional General
Sarmiento (UNGS) para crear una red de promotores voluntarios que,
con ayuda de los municipios, generan nuevos cultivos y huertas en
la zona.
Detrás de la estación Muñiz del ferrocarril
San Martín, en San Miguel, lo que era un baldío y
fue escenario de la muerte violenta de un adolescente muestra hoy
radichetas en flor, tomates que asoman y dos repollos que esperan
a ser cosechados, entre otras plantaciones. Allí se instaló
una huerta en maceteros que sirve para la formación de promotores
ambientales, a cargo de la UNGS.
"La tierra no era buena en este terreno. Tuvimos que colocar
estos canteros y elevar los cultivos para conseguir una buena producción.
Pero empezamos hace un año y ya tuvimos varias cosechas",
dijo Santiago Piaggio, director de Medio Ambiente e Industria de
San Miguel.
Valeria Sosa estudia Ecología Urbana en la UNGS y enseña
a quienes serán los futuros promotores ambientales: "Compartimos
este terreno con un vecino, José Painemilla, que también
produce en la huerta y fabrica adornos ornamentales. Hace lombricultura
y permite que el abono mejore la producción".
Los futuros promotores se preguntan por qué puede fracasar
un cultivo. Les explican que siempre es mejor dejar que la planta
cumpla su ciclo. La paciencia y el respeto por los ciclos naturales
y estacionales son fundamentales para este tipo de cultivos y de
producción. "Siempre es mejor usar una semilla que se
generó en nuestro huerto que utilizar otra que provenga de
otro ecosistema. Las plantas se van adaptando y transmiten la información
genética, razón por la cual tendrán más
posibilidades de éxito si consiguen sus propias semillas",
explicó Sosa a los más de 120 alumnos que se convertirán
en promotores.
Según un estudio de la FAO (Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los huertos
pueden ser hasta 15 veces más productivos que las fincas
rurales.
La variedad de la producción de una huerta en el clima del
AMBA es interesante: papas, batatas, rabanitos, cebollas, puerros,
repollo, berenjenas, varios tipos de lechuga, perejil, zapallo,
acelgas, rúcula, radicheta, maíz y todas las aromáticas.
Las hortalizas tienen un ciclo de producción corto. Algunas
se pueden recolectar a los 60 días de la siembra, lo cual
se adecua a la agricultura urbana.
Las papas, por ejemplo, se siembran y cosechan en bolsas grandes
sólo a partir de un brote. "Necesita mucha cantidad
de tierra. Es por eso que se usa un brote y se lo tapa hasta que
se ve la planta; se vuelve a colocar tierra y así hasta que
la capacidad de la bolsa queda repleta. Después de tres meses
se cosechan hasta 20 papas por bolsa", explicó Piaggio.
Según un estudio de la FAO (Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los huertos
pueden ser hasta 15 veces más productivos que las fincas
rurales. Un metro cuadrado puede proporcionar 20 kilos de comida
al año.
"Los horticultores urbanos gastan menos en transporte, envasado
y almacenamiento, y pueden vender directamente en puestos de comida
en la calle y en el mercado. Así obtienen más ingresos
en vez de que vayan a parar a los intermediarios", indica el
último informe de la FAO.
Este tipo de agricultura se practica, por ejemplo, en un 40 % de
los hogares de Cuba y en el 20 % de los de Guatemala y Santa Lucía.
En las principales ciudades y municipios del Estado Plurinacional
de Bolivia 50.000 familias son productoras de alimentos. En Bogotá,
8500 familias producen alimentos para consumo doméstico.
En Haití, 25.500 familias cultivan 260 hectáreas de
tierra en Puerto Príncipe y sus alrededores.
Entre las capitales, la "más verde" es La Habana,
donde 90.000 cubanos se dedican a alguna forma de agricultura, ya
sea en huertos caseros o trabajando en los huertos y las granjas
pecuarias comerciales de la ciudad. Quito es otra de las que destacan;
según el último recuento la capital ecuatoriana contaba
con 140 huertos comunitarios, 800 huertos familiares y 128 huertos
escolares.
En Buenos Aires, las escuelas públicas ya cuentan con 306
huertas que tienen una doble función: la social y ambiental
y la educativa. Cada escuela trabaja sobre distintos dispositivos
según el espacio y las posibilidades edilicias con las que
cuentan. El 41% instaló su huerto en un terreno; el 32%,
en cajones; el 15%, en botellas y recipientes reutilizados, y el
12%, en macetas y canteros.
"Gracias al proyecto Huertas Escolares los chicos pueden abordar
distintos contenidos pedagógicos a través de la experiencia
y el contacto con las plantas y la tierra y tener la oportunidad
de conocer de dónde vienen los alimentos que consumen en
sus casas. Para eso se les entrega a los docentes un manual que
detalla el anclaje curricular para su implementación en clase",
explicó Carlos Gentile, responsable del programa Escuelas
Verdes del Ministerio de Educación porteño.
También en la Legislatura se debate el tema. El proyecto
presentado por Pablo Bergel (Bien Común) pretende convertir
en política pública lo que es una práctica
creciente, aunque todavía marginal.
En Buenos Aires, las escuelas públicas ya cuentan con 306
huertas que tienen una doble función: la social y ambiental
y la educativa.
"La iniciativa fue presentada en 2012. Y abarca tres aspectos:
el primero se refiere a la producción de compost a partir
de la producción de residuos orgánicos; el segundo,
a la promoción de las huertas familiares, individuales y
en edificios, y el tercero, a los puntos de venta", explicó
el diputado, que espera que su iniciativa se debata en el recinto.
Federico Moschettoni, fundador del emprendimiento Del Gorro (www.delgorro.net),
es asesor en la construcción de huertas a medida: "Aumentó
la demanda de la gente de querer tener huertas, está mucho
más asentada. Ya pasó a otra etapa y hay mucha que
tiene algo sembrado en donde esté".
Moschettoni empezó a armar este tipo de soluciones ante la
demanda cada vez más frecuente de gente que quiere obtener
sus propios alimentos, al menos para las ensaladas. "Empecé
preparando estas huertas para chefs; gracias al boca en boca la
gente se entera y llama. Primero nos sentamos y vemos qué
es lo que quiere la gente. Se define el tamaño del cantero,
si se necesita más o menos sol, el tipo de riego, cómo
se harán los canteros. Después ponemos el relleno
y nos sentamos y definimos qué vamos a poner. Lo importante
es que con el tiempo la gente se da cuenta de lo que da la huerta,
de lo que consume y, también, de lo que necesita".
Leveratto contó que el año próximo se incorporará
la Agroecología Urbana como curso de posgrado en la UNGS.
Y el INTA lanzará en los próximos días la guía
"Mi casa, Mi huerta", realizada por Janine Schonwald y
Francisco Pescio, una publicación didáctica dedicada
a todos aquellos habitantes del ámbito urbano que quieran
emprender una huerta en su hogar y no se animen a hacerlo por creer
que no disponen del espacio suficiente.
Todas estas acciones fortalecen el concepto de la propia provisión
de alimentos sanos. Del huerto en casa a la mesa de la familia.
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Centros
de salud, en plan de mejoras. 08/12/2014 |
Con
un importante reacondicionamiento edilicio, nuevo mobiliario y
terminales de autoconsulta, fue reinaugurado el Centro de Salud
(Cesac) N° 26, del barrio de Palermo. La obra de remodelación
incluyó la pintura de un colorido mural a cargo del artista
plástico chaqueño Milo Lockett. El Cesac N°26
funciona en Gurruchaga 1939 e integra la red de centros asistenciales
descentralizados porteña, que cuenta con 44 establecimientos
en toda la Capital.
La remodelación fue desarrollada conjuntamente entre el
Ministerio de Salud y la Secretaría de Atención
Ciudadana de la ciudad. Obedece al lanzamiento de un plan de fortalecimiento
del primer nivel de atención sanitaria, que prevé
mejorar la atención de los vecinos en los servicios públicos
de salud con nuevos espacios que permiten trámites más
accesibles y simples.
Los Cesac fueron creados para descomprimir las consultas en los
hospitales y, así, brindar una mejor y más cercana
atención a los ciudadanos. El N° 26 fue el primero
en ser reinaugurado luego de la instrumentación del plan
de fortalecimiento que ya se ha comenzado a implementar en otros
seis centros y con el que, para fines de 2015, se espera haber
renovado un total de 12.
Las obras incluyeron la renovación total de la sala de
espera con nuevos puestos de trabajo y tándems de sillas,
y se dispuso un sistema de filas inteligentes para reducir los
tiempos de espera, así como la colocación de una
terminal de autoconsulta.
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La
venta ilegal callejera y la piratería registraron un récord
en Buenos Aires. 08/12/2014 |
Creció
casi 56 por ciento en noviembre, con respecto al mismo mes del año
pasado; hay 2827 puestos
La venta callejera ilegal creció 55,9 por ciento en noviembre,
respecto del mismo mes al año pasado, con 2.827 puestos en
la Ciudad de Buenos Aires, según un informe de la Cámara
Argentina de Comercio (CAC), que alertó sobre un nivel récord
en cantidad de puestos y de marcas falsificadas.
La entidad empresario difundió en un comunicado oficial datos
inéditos del Índice Sintético de Venta Ilegal
y Piratería (ISVIP), que es calculado a partir de la cantidad
de puestos de venta ilegal callejera ubicados en las principales
arterias de la ciudad de Buenos Aires y la cantidad de falsificaciones
individuales de marcas y propiedad intelectual. Según ese
indicador, subió 4,2% respecto al mes anterior y se ubicó
en 155,7 puntos -nuevo récord-. En relación a noviembre
de 2013 se observó un alza que alcanzó el 53,4 por
ciento"
Los puestos de venta callejera ilegal se concentran principalmente
en las avenidas Avellaneda (32%), Pueyrredón (16,2%) y Rivadavia
(13,5%) y suman la mayor cantidad registrada históricamente.
En avenidas y calles se observaron 2522 stands, lo que implica un
aumento de 3,1 por ciento respecto a octubre mientras que frente
a los registrados hace un año se detectó un incremento
que alcanzó el 57,8 por ciento.
Asimismo, en estaciones y plazas se relevaron 305 puestos, lo que
representó una suba de 6,3 por ciento
respecto a octubre y un avance de 41,9 por ciento en relación
a noviembre de 2013.
Por otra parte, la densidad promedio se ubicó en 13,7 puestos
por cuadra, 0,3 puntos porcentuales más que en el mes anterior.
Según la CAC, las diez cuadras más afectadas contuvieron
al 40 por ciento del total de puestos de venta ilegal ubicados en
calles, avenidas y peatonales.
En cuanto a los rubros, indumentaria y calzado continuó ocupando
el primer puesto entre los más comercializados en la venta
ilegal callejera y tuvo una participación de 42,4 por ciento.
Las áreas más afectadas por la venta ilegal del rubro
indumentaria y calzado fueron la estación Once y la avenida
Avellaneda, que también fueron los principales centros de
comercialización del rubro alimentos y bebidas, que representa
10,7 por ciento de la venta ilegal.
Asimismo, se relevaron 903 falsificaciones individuales de productos
registrados bajo marcas o derechos de propiedad intelectual, lo
que constituye un nuevo récord.
La piratería detectada fue en noviembre 5,9 por ciento mayor
a lo observado en el mes anterior y en términos interanuales
registró un aumento de 48,8 por ciento.
En este caso, las avenidas Avellaneda, Rivadavia y Pueyrredón
se posicionaron como las principales zonas de venta de productos
falsificados y dentro de indumentaria y calzado, las marcas más
las marcas más falsificadas fueron Adidas, Nike y Puma, en
tanto que dentro del rubro óptica, fotografía, relojería
y joyería el liderazgo fue para Ray Ban, Rolex e Infinit
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