Que
no falte la salud” dice el dicho popular. Sin embargo, del
diálogo con los candidatos a legisladores de la Ciudad
de Buenos Aires puede concluirse que en materia de salud aún
es más largo el camino por andar que lo caminado. La mayoría
de los legisladores consultados coincide en que la calidad de
los profesionales de la salud porteños es buena, pero también
que la cantidad de médicos y enfermeros que hoy trabajan
en el sector es deficitaria. El oficialismo admite que aún
falta contratar más personal pero no se olvida de destacar
los nombramientos de los últimos años. “Hemos
nombrado más de tres mil agentes, cifra que multiplica
varias veces la totalidad de los nombramientos de los últimos
10 años”, compara Lidia Saya, legisladora de la Ciudad
y candidata a primera legisladora por el PRO.
Sin
embargo, a diferencia de ser nombramientos “felices”,
para los expertos del sector esos nuevos nombramientos no forman
parte de la red estable de médicos, sino que se trata de
médicos que ingresaron al sector sin concursar en el marco
de la carrera profesional. Una modalidad de contratación
que –al parecer– deja la puerta abierta para prescindir
de ellos en cualquier momento (Ver: “Los médicos
son excelentes…”). Con excepción de los expertos
y la candidata a legisladora de Encuentro para la Victoria María
José Lubertino, el resto del ala opositora no hace alusión
a las formas nuevas de contratación. “Nosotros queremos
mejorar las remuneraciones de los profesionales de la salud y
que los cargos sean concursados, incluyendo los de los directores
y directoras”, propone Lubertino. María Elena Naddeo,
candidata a legisladora porteña por Diálogo por
la Ciudad y cuyos análisis se centran en la inequidad social
como factor determinante de las diferencias regionales del sector
salud, dice que habría que cubrir “las guardias de
pediatría, de ginecología y de otros servicios de
acuerdo a un diagnóstico socio-sanitario del sector”
y que “en los centros de salud de la zona sur y de los barrios
humildes de la Ciudad la cobertura de salud debería contar
con equipos de seguridad para proteger a los médicos y
enfermeras”. En los últimos tiempos los profesionales
del sector padecen niveles exagerados de exigencia por parte de
la población y, a veces, agresiones psíquicas e
incluso físicas.
La
mayoría de los candidatos a legislador enfatiza la importancia
de modificar la situación actual de enfermeros y enfermeras
(el 90 por ciento son mujeres), cuya formación académica
fue recién jerarquizada con la reforma del plan de estudios
de la Escuela de Enfermería Cecilia Grierson. “Una
de las soluciones para los enfermeros sería incluir a los
egresados de la Escuela Superior de la Ciudad como personal de
enfermería rentado en los hospitales a través de
una sistema de residencia de dos años, que les permita
capacitarse mientras dan servicio”, opina Naddeo. Sobre
este punto, Saya opina que “los índices en la relación
médico/enfermero y en la relación médico/administrativo
son irracionales” e indica que sus primeros futuros proyectos
de ley apuntarían a “revertir” esa situación.
“Propondría
la inclusión de los licenciados en enfermería a
la carrera hospitalaria”, afirma. Un propósito que
no se distancia mucho de la propuesta de residencia hospitalaria
de Naddeo. Según Saya, la incorporación de las enfermeras
a los hospitales “pondrá fin a dos situaciones de
injusticia: por un lado se equipararán los salarios con
el resto del equipo médico y, por el otro, se reconocerá
la labor de quienes a la par del resto de los profesionales ponen
el cuerpo en cada acto y en todo momento”. Los candidatos
de la mayoría de los partidos opinan que es necesario integrar
algunos factores sanitarios de la Ciudad con variables de otras
jurisdicciones. Sobre este punto Fernando Sánchez, candidato
a legislador porteño por Acuerdo Cívico, manifiesta
que “la Ciudad debe tener una planificación de su
sistema de salud tendiente a revisar cuáles son las necesidades
de los distintos barrios y su relación con la provincia
de Buenos Aires”. Lubertino, en cambio, propone la implementación
de un servicio de atención primaria de la salud metropolitana
“mediante la creación de un organismo tripartito
conformado por representantes de la Ciudad, de la provincia de
Buenos Aires y de la Nación”. En tanto, Naddeo manifiesta
que muchos problemas de recursos están relacionados con
la necesidad de “una mayor articulación e interrelación
entre el área metropolitana y el área nacional.
Habría que convenir con las autoridades de los otros distritos
los circuitos de atención y de prestaciones y los nuevos
criterios de definición de la copartición federal
sin establecer ninguna forma de discriminación y sin perder
la misma atención solidaria”.
Los
propósitos de unos y otros candidatos fluyen lentamente
y sin grandes contradicciones. Hasta que llega el momento de hablar
de la administración actual del dinero del sector. “El
debate debería ser no sólo cuánto se gasta
en salud sino cómo se gasta y si el gasto se hace en forma
coordinada o no con otras áreas. Ejemplo de esto es la
pésima decisión referida a la compra de insumos
que obligó a la reprogramación de las actividades
en los hospitales. O la falta de coordinación con los ministerios
de Salud, Educación y Desarrollo Social en los programas
de prevención y tratamiento de adicciones”, dispara
Sánchez. Para Lubertino el problema es que se proyectó
un uso del presupuesto de salud para la Ciudad que no se cumplió.
“El presupuesto para Salud en 2008 fue de 3.059,1 millones
de pesos y se ejecutaron 2.852,8 pesos, es decir el 92 por ciento.
Pero la mayoría de ese gasto fue para pagar sueldos.
Para
ejecutar obras y construcciones en los hospitales estaba presupuestado
373,1 millones (cifra evidentemente baja). Sin embargo, se ejecutaron
125,2 millones, es decir el 33,5 por ciento. Mientras en veredas
y baches el gasto aumentó, en la infraestructura de escuelas
y hospitales fue escaso”, protesta, y propone “bajar
el gasto en recolección de basura y transferirlo en mitades
iguales a escuelas y hospitales”.
Con
relación al presupuesto, Naddeo se queja de que ha sido
reducido “en áreas sensibles como salud sexual y
reproductiva e insumos hospitalarios”. Para la candidata
de Diálogo por la Ciudad es necesario “no desviar
partidas presupuestarias de áreas tan sensibles y mucho
menos utilizar los procedimientos y recursos del Estado como bienes
empresariales”.
Otras
propuestas en que una vez más Lubertino y Naddeo coinciden
son acerca de la importancia de que el Programa de Salud Sexual
y Procreación Responsable de la Ciudad cumpla con la distribución
de anticonceptivos y en bregar por el cumplimiento del Código
Penal en materia de abortos no punibles. Lubertino, en la Capital
de un país muchas veces minado por los sectores conservadores,
hace público que está a favor “de la despenalización
del aborto”. Una propuesta que prácticamente no se
escucha en ningún lado.
¿Por
qué el sistema de salud de la Ciudad, con 30 hospitales
cabecera y 45 centros de salud, no responde a las necesidades
de un tercio de la población porteña? ¿Por
qué si uno mira el mapa de la pobreza/NBI de la Ciudad
y lo superpone a un mapa de prevalencia/ incidencia de tuberculosis,
desnutrición, mortalidad infantil, VIH, dengue, hepatitis
y adicciones, los puntos rojos coinciden? La mortalidad infantil
es la demostración de la desigualdad social y su impacto
en la inequidad en salud.
En
las comunas 2 (Recoleta) y 13 (Belgrano, Núñez,
Colegiales) hay una mortalidad infantil de 5 por mil y 4,3 por
mil; pero en la comuna 8 (Villa Lugano, Villa Soldati y Villa
Riachuelo) pasó de 10,7 por mil en 2007 a 11,9. Es decir,
la mortalidad infantil del sur duplica a la del norte. La gestión
actual se preocupa por segmentar la atención en salud entre
porteños y no porteños, pobres y ricos, empeorando
el acceso a insumos y medicamentos farmacéuticos, estando
vigente el pacto con la corporación profesional y, además,
vetar la producción pública de medicamentos esenciales,
sueros y vacunas. Debemos construir un nuevo tiempo de la salud
colectiva –como lo indica la Ley 153 de la Ciudad, aún
sin reglamentar–, con un sistema universal donde el Estado
garantice la gratuidad, la integralidad, la calidad y la prevención-promoción
colectiva e intercultural, e incluya la participación social
en la toma de decisiones y el control. Los recursos están,
la decisión no. La pregunta es si esta varieté del
sistema político local que privatiza el espacio público
y reprime con la UCEP a los desamparados, asfalta calles norteñas
y subejecuta partidas socio-sanitarias, en definitiva, que carece
de ideas y políticas públicas de salud, protección
social y construcción de ciudadanía, puede interesarle
esto. La Ciudad, cada día más, va rumbo a convertirse
en un Estado sin ciudadanos. Para que el sistema sanitario de
la Ciudad funcione apropiadamente hay que establecer, con criterio
sanitario, la cantidad de profesionales que se necesitan. Los
recursos humanos del sistema de salud porteño son de una
calidad excelente, pero hay un déficit sustancial en el
número en especialidades tales como neonatología,
anestesiología y terapia intensiva. Actualmente estamos
intentando ingresar en el sistema mil nombramientos aún
enmascarados detrás de la figura llamada “módulo
asistencial”. Es una forma de pago “en negro”
que, al no exigir concurso, deja fuera de la carrera profesional
a los médicos, quienes así quedan en una situación
de inestabilidad laboral.
Otra
variable a transformar es la tecnología hospitalaria obsoleta.
En algunos hospitales hay un atraso tecnológico promedio
de 10 años. Asimismo es necesario restaurar las estructuras
edilicias. Por ejemplo, los hospitales Rivadavia, Udaondo, Ferrer,
Muñiz, Moyano y Borda tienen atrasos de más de 20
años en el mantenimiento. Por otro lado, el medio ambiente
de trabajo es un importante aspecto a mejorar. En el hospital
Udaondo, por ejemplo, hay un problema de contaminación
por el asbesto que recubre las calderas y los caños, causa
de patologías pulmonares. En otros hospitales, como el
Muñiz y el Fernández, algunos médicos se
han contagiado de tuberculosis multirresistente debido a que los
pacientes no están aislados de manera adecuada. De igual
modo problematiza la falta de insumos. De los años anteriores,
2008 fue uno de los más complicados: con la idea de optimizar
el gasto, se estableció una modalidad de compra centralizada
en el Ministerio de Salud; el sistema no funcionó y hasta
que se volvió al modelo anterior hubo una falta grave de
elementos básicos. No debe pasarse por alto una problemática
más nueva: la misma violencia que atraviesa la sociedad
cruza el sistema de salud.
En ocasiones, los médicos son agredidos verbal y hasta
físicamente.
“La
Ciudad va rumbo a convertirse en un Estado sin ciudadanos”.
“Los médicos son excelentes pero hay déficit
en algunas especialidades”.
Gonzalo
Basile - Presidente de Médicos del Mundo y coordinador
de Mesa de Organizaciones del Foro Social de Salud y Medio Ambiente.
Jorge Gilardi - Médico. Presidente de la Asociación
de Médicos Municipales.
Fuente:
Noticias Urbanas.