06/07/2015 |
Ganó
Larreta en la Ciudad con una ventaja muy amplia, pero habrá
balotaje contra Lousteau. 06/07/2015 |
ELECCIONES
PARA JEFE DE GOBIERNO.
El candidato del PRO le sacaría unos 20 puntos a Lousteau.
Pero como no llegaría al 50%, habría balotaje
Ya será histórica, por el (hasta ahora buen) debut
de la boleta electrónica. Y también amagaba con serlo
si se confirmaban las proyecciones de los boca de urna. El candidato
del PRO, Horacio Rodríguez Larreta, ganó la elección
para jefe de Gobierno con una ventaja muy amplia; tanto, que sus
votos se acercarían a los que sacan sus rivales de ECO (Martín
Lousteau) y el Frente para la Victoria (Mariano Recalde). El ex
ministro de Economía viene segundo, con el titular de Aerolíneas
unos puntos por debajo.
Tan buenas parecían las cifras de Larreta, que hasta podría
se especulaba con que podían superar los 47 puntos que sacó
su jefe, Mauricio Macri, en la primera vuelta de 2011 para el mismo
cargo. En caso de confirmarse esta tendencia, se abría la
duda: ¿Lousteau o Recalde irían a un balotaje en dos
semanas aunque queden a más de 20 puntos y con Larreta cerca
del 50%? En ECO aseguraron que irán a la segunda vuelta,
"así sea por un voto".
FOTOGALERÍA HD: las mejores fotos de las elecciones porteñas
Hasta ahora, el récord en la elección porteña
para jefe de Gobierno, desde que la Ciudad de Buenos Aires es autónoma,
lo tiene Aníbal Ibarra: en 2000, en pareja con Cecilia Felgueras,
sacó 49,31% y su rival Domingo Cavallo, después de
un desequilibrio inicial, desistió del balotaje.
Leé también: Viajes electorales: dónde irán
los presidenciales para pescar algún voto
Un sintóma de la buena performance del jefe de Gabinete del
PRO, que buscará capitalizar Macri, y la mediocre elección
de Recalde, lo marcó la decisión del gobernador bonaerense
Daniel Scioli, precandidato presidencial K, que desde temprano decidió
que viajaría a La Rioja si se confirmaba el triunfo del oficialismo
allí.
Además de jefe y vicejefe de Gobierno (el compañero
de fórmula de Larreta es el actual senador Diego Santilli),
hoy se renuvan 30 bancas de la Legislatura y los 105 cargos de las
15 comunas en las que está dividida la Ciudad.
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Los
viejos puentes de la General Paz le dan paso a un nuevo carril de
circulación. 06/07/2015 |
Se
demolieron cuatro que están siendo reemplazados por estructuras
metálicas; las obras aportarían fluidez a un tránsito
diario de 350.000 vehículos
Sale el hormigón y la malla de hierro, entran las estructuras
metálicas. Se van los puentes de casi 80 años, llegan
los anaranjados de producción nacional para renovar la General
Paz. Si bien la ampliación de la avenida de circunvalación
abarca otras modificaciones, la demolición de los cruces
que unen la ciudad de Buenos Aires con la provincia fue lo más
impactante de la obra que se inició en 2013.
Los picos neumáticos y la pinza cortadora que se vieron en
los últimos meses devorando toneladas de asfalto e hierro
sobre los puentes podían haber sido parte de una de las imágenes
de las películas de Transformers. Pero no era una producción
de Hollywood, sino la demolición de cuatro construcciones
macizas para darle espacio a un cuarto carril por sentido de circulación,
entre el Acceso Norte y el Acceso Oeste.
Las máquinas y todo el despliegue nocturno entrarán
en acción una vez más cuando comiencen a destruir
el puente Beiró II, previsto para el mes de julio. Al finalizar
se habrá completado una de las etapas más importantes
de la remodelación, que demandará un presupuesto total
de $ 2000 millones y que se completará antes de fin de año
con la participación de más de diez empresas.
Las estructuras de las avenidas Víctor Hugo, Lope de Vega,
25 de Mayo y Beiró I ya fueron derribadas y, en algunos casos,
sustituidas por construcciones metálicas que se realizaron
en talleres especializados. Tenían una antigüedad de
por lo menos 77 años, ya que los primeros se colocaron cuando
comenzó la obra de la General Paz en 1938. El material que
predomina en ellos es hormigón armado con una densa malla
metálica de hierro liso y un peso estimado de 460 toneladas.
Los nuevos puentes se construyeron sin apoyo central para darle
mayor amplitud a la autopista, pesan 300 toneladas y tienen tres
carriles por sentido de circulación. "Se eligió
la estructura metálica para tener las luces [la distancia
entre los apoyos] que necesitábamos, de unos 40 metros, y
así obtener el espacio para el cuarto carril", explicó
a LA NACION el ingeniero Diego Carminatti, responsable del Departamento
de Ingeniería de Autopista del Sol (Ausol) y encargado del
proyecto y de las obras de ampliación de la General Paz.
Más espacio de circulación por sentido entre Acceso
Norte y Acceso Oeste, lo que representa diez kilómetros de
los 24 que tiene todo el anillo de circunvalación, fue otro
de los pilares del proyecto. Debido a la creciente demanda de tránsito,
a razón de 350.000 vehículos por día que circulan
por la General Paz, y la extensión de la hora pico (hoy,
de 6.30 a 10.30 y de 16.30 a 20.30) era necesario darle mayor fluidez
a la avenida. Con la colocación del cuarto carril, se espera
obtener ese resultado. Por lo menos por un tiempo.
TÉCNICAS DE DEMOLICIÓN
Para la demolición de las estructuras, se utilizaron dos
técnicas: convencional y no convencional. Con la primera
de ellas se intervinieron los puentes Víctor Hugo, Lope de
Vega y Beiró I. Consistió en la utilización
de martillos neumáticos, pinzas demoledoras y pulverizadoras.
El proceso se inició desde el centro y hacia los apoyos.
"Podíamos poner los equipos sin problema que se cayeran
porque los puentes son contrapesados, como si fueran dos medios
puentes autosustentables", detalló Carminatti. El puente
de 25 de Mayo se demolió de la otra forma, seccionándolo
en tres partes que luego fueron retiradas.
En la demolición de Beiró II, prevista para el próximo
fin de semana si no surgen inconvenientes climáticos, se
utilizará la técnica convencional. El operativo, al
igual que en los otros casos, comenzará a las 5 de la mañana
con el corte del tránsito. Una hora más tarde, las
máquinas ya podrían comenzar a picar el puente que
al mediodía quedaría reducido a escombros e hierro.
A las 18, el tránsito ya podría circular normalmente.
"Los trabajos se hacen de noche porque de otra forma sería
imposible por el tránsito. Se colocan pantallas acústicas
modulares de material aislante y fonoabsorbente para reducir el
impacto del ruido", agregó el ingeniero.
El proyecto de ampliación de la General Paz fue encomendado
por el Estado nacional bajo la supervisión de la Secretaría
de Obras Públicas, a través del Órgano de Control
de Concesiones Viales y el gerenciamiento y desarrollo de Ausol.
Entre las obras finalizadas se encuentran la adecuación del
nudo Acceso Norte-Balbín, la iluminación completa
en toda la extensión de los cuatro carriles, la construcción
de una nueva rama de salida hacia la calle Mosconi, la remodelación
del distribuidor de la avenida De los Constituyentes y la instalación
de siete pasarelas peatonales. En los trabajos que se están
ejecutando se destacan el nuevo distribuidor de la avenida San Martín,
el ensanche de los puentes sobre los ferrocarriles Urquiza y San
Martín, y el ensanche del puente de las calles Tinogasta
y Nazarre.
La General Paz comenzó a proyectarse en 1887 cuando se estableció
el límite entre la ciudad y la provincia, pero recién
el 8 de junio de 1937 se inició la construcción de
la traza. Para la inauguración, el 5 de junio de 1941, se
habían instalado puentes para las líneas ferroviarias
y para los cruces de menor tráfico y rotondas de diferentes
extensiones. En los primeros años, el sentido de circulación
era a la inglesa, con las manos invertidas. Al promediar la década
del 40 se modificó tal cual está en la actualidad
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La
Ciudad apeló un fallo que ordenaba demoler un edificio. 06/07/2015 |
La
Justicia había ordenado demoler cinco de los ocho pisos del
inmueble porque violan el Código.
El gobierno porteño apeló el recurso de amparo presentado
por un grupo de vecinos de Núñez, quienes objetan
el edificio de Cramer 3151. Se trata de una edificación de
ocho pisos y -si se diera lugar a la demanda- habría que
demoler cinco de sus ocho pisos.
La cautelar fue impulsada por veinte vecinos de la cuadra, bajo
el patrocinio del abogado Jonatan Baldiviezo, del Observatorio del
Derecho a la Ciudad. El letrado habló con Diario Z mientras
iba a notificarse de la apelación.
“El edificio viola el Código de Planeamiento Urbano
y el Código de Edificación. Es más, si nos
atenemos a este último, la obra debería ser demolida
por completo”, explicó Baldiviezo. La Dirección
General de Interpretación Urbanística expidió
un permiso excepcional a los responsables de la obra, nucleados
en un fideicomiso, y eso permitió la edificación,
que está casi terminada.
“La construcción duplica la cantidad de metros cuadrados
según esta excepción”, agregó el abogado.
El juez Aurelio Ammirato determinó, en primera instancia
y en un fallo sin precedentes, parar la obra, y ordenó que
fuese el gobierno de la ciudad el que se ocupe de hacer la readecuación
correspondiente. De ahí que la administración porteña
respondiese con su apelación, porque considera que la habilitación
fue legal.
El fallo del 23 de junio detuvo una obra cuyos planos estimaban
la construcción de hasta 971,55 m2, el límite permitido
en la zona, para lo cual además hicieron un pedido de enrase.
Esto es: una excepción según la cual se puede construir
por encima de las alturas permitidas cuando las edificaciones vecinas
superan los 15 metros. “En el caso del edificio de la calle
Cramer, hay dos parcelas linderas: una supera los 15 metros, pero
la otra es una vivienda particular de dos pisos”, explicó
Baldiviezo.
La obra está a cargo de la desarrolladora Beeme, uno de cuyos
socios, el arquitecto Gustavo Bozzoli, afirmó que la empresa
hará su propia apelación.
Para Baldiviezo, “es normal que la Ciudad acompañe
este tipo de emprendimientos. El gobierno juega a favor del sector
inmobiliario y van a tratar de dar vuelta un fallo que es muy duro,
inédito”. Según el abogado, luego de tres días
para contestar la apelación, le tocará dictaminar
a una sala de cámara de la justicia en lo contencioso administrativo.
Hasta que no se agoten todas las instancias de apelación
no habrá ningún tipo de modificación en la
obra.
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Los
lustrabotas porteños no quieren perder brillo. 06/07/2015 |
Por
las calles de Buenos Aires.Tienen una mutual con 180 afiliados.
Y sostienen un viejo reclamo: puestos fijos para trabajar como tiene
floristas o diarieros. Historias de sacrificio de una profesión
lejos de extinguirse.
Llega con su mellizo a Diagonal Norte y Florida. El día está
gris y ellos, opacos. Se ubican en un pedestal. Hoy les toca el
turno a los zapatos. De frente, pasan cientos de personas. De fondo,
suena el Himno nacional. Luego, se cuela el primer tanguito de la
tarde. La bandera argentina flamea a un costado. El viento intenta
pedir permiso en un invierno enemigo. Todo en la única garita
de lustrabotas instalada en Buenos Aires.
Agustín Héctor Gómez, muestra su mejor sonrisa.
También conocido como "el Negro Wassington", lleva
37 años como lustrabotas, profesión que heredó
de su padre quien ejerció 30 años siempre en la peatonal
Florida. Titular de la Mutual de Lustradores de Calzados y Afines
desde 1996, es el único que cuenta con su propia garita.
Y encabeza hace 10 años el reclamo para que los 180 afiliados
de la mutual puedan acceder al mismo beneficio. "El principal
pedido del lustrabotas es ser incluido en el mobiliario urbano como
están los canillitas y los floristas. Tener una garita y
no trabajar en el piso de rodillas", cuenta Gómez. Desde
que instalaron su puesto fijo en 2011, se concretó la autorización
de otros dos pero que por motivos económicos nunca se montaron.
Coloca los protectores en el cliente. En este caso, y en los próximos
también, es un señor cincuentón. Les saca la
tierra a los zapatos. Los baña en una crema para lustrar
incolora o, a veces, les da una mano de tinta. Luego, la pomada;
solo una mano, "para que chupe". Es de los pocos que utiliza
el secador. Con esto, "les das calor y así penetra el
aceite". Una mano más por arriba, después los
cepillos, la cera y la franela.
La mayoría de los lustrabotas acompañan la idea de
poder contar con una garita. Sin embargo, la espera desmotivó
a varios de ellos. "Ya han venido con esa idea, pero nunca
la pudieron llevar a cabo", opina Fernando, quien hace 12 años
trabaja en la esquina Córdoba y Alem y que está de
acuerdo con la instalación de puestos fijos. Lo mismo piensan
Oscar (Alem y Tucumán) y Ricardo (hace 16 años está
en Corrientes y Alem).
Los que recién salen a la cancha miran con más atención
la idea de Gómez. "Un local atraería a la gente
porque si no estás a la intemperie soportando la lluvia y
el viento. Con un techo te protegés", dice con expectativa
Luis Banegas, un boliviano que hace tres meses que trabaja en Marcelo
T. de Alvear casi Alem. Jorge Muñoz atiende desde 1993 en
Lavalle y Florida. Se ilusiona con un puesto propio y no tener que
dejar más sus herramientas de trabajo en algún comercio
amigo. "Somos servidores públicos", define y cuenta
que en las actuales condiciones sólo puede trabajar de lunes
a viernes de 8 a 18, "siempre que no llueva".
"Hace 15 años que trabajo. Empecé en Suipacha
y Córdoba. Luego me vine para acá (Paraguay y Reconquista)
porque la clientela bajaba. Ahora, me está pasando lo mismo",
cuenta Angel, quien mira de reojo el movimiento en Tribunales para
irse con sus pomadas y cepillos. Y suma el reclamo de un subsidio.
"Con que me den $ 2.000 es suficiente", estima.
Sin regulación no hay precio fijo. "Se cobra, más
o menos, lo que sale un café", sostiene Gómez.
En 2011 irse a lustrar el calzado con él salía $ 8.
Hoy, $ 35. La inflación llegó a los oficios más
callejeros de Buenos Aires. El costo de los materiales y la caída
de los clientes motivaron un alza en el servicio. En eso todos coinciden:
hay días que la la plata no alcanza.
Juan Carlos, de Florida y Sarmiento, asegura que el negocio "bajó
muchísimo" y recuerdo tiempos mejores. "Antes de
2001 en la calle Florida solía verse hasta cinco lustrabotas
por cuadra. Incluso, muchos tenían clientes haciendo fila
para lustrarse. Muñoz también añora la antigua
calle Florida. Habla de aquellos días del uno a uno donde
llegaba a lustrar 54 pares de zapatos por jornada: "Nunca me
voy a olvidar aquellos tiempos". Y recuerda que contaba con
una empleada que panfleteaba y hasta tenía un bipper para
comunicarse con sus clientes y atender también a domicilio.
"Hoy cuesta hacer un mango", reconoce Muñoz, de
los pocos históricos que quedan en la zona. "Esto no
es un arte, es poner voluntad. Trato de dar una buena atención
para que el cliente vuelva. Esta es mi profesión, amo este
laburo pero ya han pasado varios inviernos y calores. Ahora pienso
dedicarme a otra cosa que me deje más".
La idea de los puetos fijos parace una salvación para una
profesión que no quiere pasar al olvido. "Con las publicidades
que se instalen detrás de las garitas podríamos comprar
más cepillos, armar un almacén de suela barata y comprar
directamente a los fabricantes. De esta manera, nos ahorraríamos
ir a los boliches de la zona donde te sale más cara la mercadería",
opina Gómez. Y reclama también una contar con un espacio
para la Mutual. "Ahí se enseñaría además
diferentes oficios: plomería, pastelería y verdulería",
agrega.
La angustia en la superficie contrasta con los privilegios bajo
tierra. En las galerías que cruzan bajo la 9 de Julio a la
altura del Obelisco hay dos locales de lustrado. Y sus empleados
explican que ofrecen un servicio diferente al callejero. Ninguno
integra la mutual y se sienten estables en sus puestos tras la remodelación
de la galería. "Tenemos la esperanza de que estas épocas
sean excelentes. Ha mejorado mucho la situación. Ahora, vienen
más de 50 clientes por día", sostiene Daniel
Benítez quien tiene un empleado que trabaja igual que él,
de 8 a 19.
Juan González y Emiliano Pérez, en el otro local,
se toman un respiro tras haber terminado con dos clientes. "La
competencia es muy buena, cada uno tiene su clientela", reconoce
Emiliano, el más joven de los dos y quien hace dos años
y medio trabaja de lustrabotas. Juan hace 12 años que está
en el lugar y recuerda aquel tiempo "del olor a cigarro y el
choreo a las personas. Con la remodelación todo cambió".
"Se dice que soy fea, que camino a lo malevo, que soy chueca
y que me muevo con un aire compadrón...". La milonga
que inmortalizó Tita Merello suena desde un televisor que
musicaliza la garita de Gómez. "Me lo regaló
Santiago Montoya (presidente del Grupo Banco Provincia y ex funcionario
público), que siempre se lustró conmigo". La
gente pasa y el que no se interesa por el lustrado se queda a ver
los recortes de diarios que cuelgan tal póster de Maradona
de una de la paredes del puesto.
"Es un puestito, pero así se trabaja mejor", remata
Gómez. Un cliente se ubica y otro deja sus zapatos, opacos
por la suciedad. Otro tango suena de fondo. Gómez , como
antes su padre, insitirá para que su profesión no
pierda brillo.
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