Contactar
al niño con el patrimonio histórico y cultural que
da origen e identidad al barrio de Mataderos fue uno de los objetivos
que nos propusimos.
Como
docentes de nivel inicial pertenecientes a un JIN ubicado en Mataderos,
realizamos como adultos una indagación del ambiente, relevando
datos en el lugar exacto donde nació dicho barrio, recurriendo
a informantes y a diferentes fuentes bibliográficas, litografía,
placas; para seleccionar recortes y diseñar actividades
que partiendo de los saberes previos de los niños, los
llevaran a construir nuevos conocimientos de esos lugares, incentivando
la observación sistemática, el registro, la formulación
de preguntas, la investigación en diferentes fuentes. Y
así formar niños cada vez más curiosos, mejores
observadores que se pregunten sobre la realidad, explorando, buscando
informaciones, iniciándose en el respeto y sentido de pertenencia
al barrio de Mataderos.
Consideramos
socializar este trabajo de investigación como un aporte
para otros docentes que quieran acercar a sus alumnos a otros
espacios significativos que nos ofrece nuestra ciudad.
Historia
del barrio de Mataderos
Mataderos,
nombre con que la gente comenzó a llamar a esta zona a
partir de la instalación y funcionamiento del Mataderos.
En
1972 por la sanción de una ordenanza se establece la delimitación
de los barrios, recibiendo definitivamente el nombre de Mataderos.
En
1991 se lo declaró bajo ordenanza, como barrio del Gaucho
Argentino.
Antiguamente,
Mataderos era parte del pueblo de Flores. Hacia 1800, Mataderos
no existía. Era campo abierto, sin siquiera una huella
y el camino más cercano pasaba por Liniers, el Camino Real.
Durante
el año 1884, luego de copiosas lluvias, desbordó
el Riachuelo e inundó una gran extensión de los
mataderos “Nuevos Corrales del Sur” (creados en 1872)
ubicados donde hoy se halla Parque de los Patricios, por lo que
las autoridades municipales comenzaron a pensar la conveniencia
de trasladarlos a alguna zona alejada de la ciudad, donde no estuvieran
expuestos al desborde del Riachuelo. Se pensó entonces
en la zona de Liniers, entre las Av. De la Torre Lisandro y Av.
De los Corrales. Para llegar al lugar había dos formas:
una yendo por Liniers, (Av. Rivadavia), y desde allí por
campo traviesa. Y otra era ir por el Camino a Cañuelas,
camino que con el tiempo se convirtió en la Avenida Juan
Bautista Alberdi.
Era
una zona de campos que habían pertenecido a Bernardo Terrero
y Joaquín Rivadavia. Se dividió el lugar, se abrió
una especie de huella (lo mismo que rastrillada) que luego recibió
el nombre de “Camino a los Mataderos”, y en 1913 el
de Charles Tellier, en honor al inventor del sistema de enfriamiento
de la carne.
Actualmente se denomina Lisandro De la Torre , en homenaje al
senador santafecino que tuvo participación en el debate
de las carnes a mediados de los años treinta.
La piedra fundamental de los mercados se colocó el 14 de
abril de 1889, siendo la única construcción una
casilla de madera propiedad de José Michelini (1864-1950),
quien había instalado una fonda y almacén ese mismo
día en la hoy calle Lisandro de la Torre 2421. Pronto el
rematador Publio Massini puso en venta los lotes, logrando un
gran éxito. A fines de 1889 ya había veintidós
manzanas vendidas.
A
partir de 1993, por ordenanza municipal el 14 de abril es considerado
como “El día del barrio de Mataderos”.
En
1890 se aprobó el inicio de las obras siendo designada
la firma "Boerr y Cía." como constructora de
las nuevas instalaciones.
La
zona fue denominada “Nueva Chicago”, ya que en Chicago
(Estados Unidos) el mercado de ganado se encontraba rodeado de
plantas industrializadas de la carne y derivados, y el sistema
de transporte era el más adelantado, siendo esto lo que
se quería instalar aquí.
Comenzó
a funcionar en 1900, siendo presidente Julio Argentino Roca. El
traslado de los viejos mataderos a los nuevos, fue resistido por
distintos intereses gremiales. Esa resistencia fue también
violenta ya que los gremios de matarifes y demás personal
afectado la matanza, realizaron una huelga durante la cual hubo
luchas a puñetazos y cuchillazos (1898-1901).
Por
esa resistencia y por falta de caminos que desde Flores facilitaran
el acceso de vehículos y por otras razones, como la falta
de algunas instalaciones, se reiniciaron las actividades en los
Viejos Corrales.
Se
delinearon y adoquinaron las calles que daban a los portones de
entrada de vehículos (Murguiondo y Directorio) y a partir
del primero de Mayo de 1901 se inauguraron definitivamente los
mataderos. Además, se colocaron vías alrededor de
las playas de la matanza para el movimiento de las zorras (carros
bajos, fuertes, como vagonetas que circulan por las vías)
en las que se cargaban las reses destinadas a los puestos de expendedores
del mercado.
El
nombre con que se conocía al establecimiento era “Administración
del Matadero Público y Juzgado de Corrales”.
Al
conocerse la construcción de los Mataderos, los rematadores
comenzaron a realizar planos, subdividiendo las tierras y comenzaron
los remates de los terrenos. Así comenzó a nacer
el barrio.
A
partir de 1898 llegaba hasta los Mataderos, un tranvía
que transportaba los materiales que hacía falta para terminar
de construir el edificio. Al finalizar la construcción
se lo utilizó para transportar reses faenadas hasta Floresta
por medio de zorras arrastradas por locomotoras.
Otro
tranvía que llegaba a la zona, era el número 45
que, venía desde Parque Patricios y era conocido como “El
Tranvía de los Carniceros”, que unía los mataderos
viejos con los nuevos. El 48 tenía un recorrido desde el
Correo Central hasta la estatua El Resero.
El
Matadero tenía varios corrales que pertenecían a
diferentes carniceros. Los animales eran conducidos desde la campiña
a los corrales, después de lo cual , se les permitía
salir de uno en uno, enlazándolos cuando aparecían,
atándolos y arrojándolos a tierra, donde se les
cortaba el cuello. De esta manera, los carniceros mataban todas
las reces que precisaban dejándolas en tierra hasta que
estuviesen muertas, para después desollarlas (despellejarlas).
Una vez terminada esta operación, cortaban la carne sobre
los mismos cueros ( única protección de la tierra
o del barro) con un hacha en secciones longitudinales que cruzaban
las costillas a ambos lados del espinazo, dividiendo así
a la res en tres pedazos largos que se colgaban en los carros
y se transportaban (expuestos a la suciedad y al polvo), a las
carnicerías que se hallaban dentro de la plaza.
El
Matadero tenía un administrador llamado “Juez de
Matadero” cuyas atribuciones eran semejantes a los Jueces
de Mercado y actuaba formando Tribunal con dos vecinos sorteados
de una lista de ocho con conocimiento de las faenas del matadero.
Durante
los primeros años del siglo, los animales venían
de a pie desde la provincia de Buenos Aires traídos por
reseros, capataces o encargados de tropa. Ingresaban caminando
por avenida de los Corrales, para entonces una huella, pasando
por delante del conocido Mirador.
El
Mirador tiene más de 130 años, lo ordenó
construir Juan Salaberry, ( vecino importante del barrio, que
luego donaría tierras en otra parte del mismo para la construcción
de un hospital, que en homenaje a él llevó su nombre).
Era un mirador que tenía como finalidad primera observar
el horizonte para prever el ataque de los malones- que nunca llegaron-
y luego la finalidad sería para ver la hacienda que venía
por el camino y que realizaba allí su última parada.
Ésta escondía un secreto: en aquel lugar se les
daba de beber agua a los animales para aumentar su peso y de esta
forma al llegar al Matadero se los cotizaría a un valor
mayor debido al falso aumento de peso.
Al llegar, la hacienda se vendía a los consignatarios,
quiénes la recibían en sus corrales y la vendían
al mejor postor. El primer rematador fue Nicolás Calvo,
quién no utilizaba ningún contrato por escrito sino
que todo se hacía de palabra. Una vez rematada la hacienda,
los compradores mataban en el mismo matadero o en mataderos particulares.
Como
era costumbre, cerca de un matadero siempre había un arroyo
o tercero, como se lo llamaba, en el cual se arrojaban los desperdicios
de la faena, y una plaza que servía como mercado. Si bien
se había trasladado el matadero para evitar las inundaciones,
en los primeros años de funcionamiento, una lluvia interminable,
como nunca se vio hasta entonces según las crónicas
de la época, hizo desbordar el arroyo Cildañez,
a cuyos lados se encontraba el mercado. El agua se llevó
todo a su paso, inundando por completo las instalaciones. El desastre
se atribuyó a las pocas precauciones tomadas por el administrador
y a la mala elección del lugar. Años más
tarde se entubó y actualmente pasa por debajo de la zona
y desemboca en el Riachuelo.
La
sangre desperdiciada de los animales y los restos que no se utilizaban
( sebo, grasa, vísceras, hígado) eran arrojados,
mediante canaletas subterráneas al arroyo Cildañez.
Debido a ello se lo llamaba “el arroyo de la sangre”
por cambiar de color en su trayecto.
Los
restos del animal que no eran utilizados recibían el nombre
de Mucanga. Los Mucangueros (jóvenes que abandonaban sus
estudios por necesidades económicas), retiraban la mucanga
de las canaletas, cosa que estaba prohibida. Los Mucangueros vendían
su producto por pocas monedas a los fabricantes de jabón,
para ser hervido en grandes tachos con el agregado de algún
químico. Los dueños de los tachos comenzaron a enriquecerse
y adquirir poder, llevando así a los jóvenes por
un camino que desembocaba en la delincuencia: robo de caballos,
vacas y ovejas que vagaban por baldíos y callejones, haciendo
desaparecer a estos en los tachos, luego de extraerles los cueros,
que solían venderse aparte.
Hubo
una banda que fue conocida y temida en el barrio llamada “la
banda de Baigorria”, que además de robar animales,
era acusada de hacer desaparecer en los tachos a las personas
que conocían sus andanzas. Algunos de sus integrantes se
los apodaba “el cebollero”, “el brasilero”,
“el potrillo”, “el escuerzo”, “el
bola”.
No
todos los mucangueros eran delincuentes: Justo Suárez,
conocido como “el Torito de Mataderos”, era un famoso
boxeador del barrio que llegó a ganar el título
de campeón liviano argentino, tras ganar 15 peleas seguidas.
El apodo de “Torito de Mataderos” se lo colocó
un periodista pensando en el gigante que era el Toro de las Pampas.
Se convirtió en un ídolo y se lo recuerda especialmente
por no haber olvidado jamás su origen humilde mientras
estuvo en la gloria.
En
los primeros años, continuando con la costumbre de los
Corrales Viejos, asistía el público para ver como
se mataba a los animales.
A
partir de 1920, se prohibió la faena en el lugar, quedando
sólo el Mercado de Hacienda.
El
actual Mercado de Hacienda tiene una extensión de 34 hectáreas.
En
1992 luego de años de disputas comerciales, se privatizó,
otorgando la concesión a una firma llamada Mercado de Liniers
S.A.
Finalizada
la concesión del Mercado de Hacienda, se tendría
que trasladar a otro sitio. El lugar pensado fue en un principio
detrás del Mercado Central y posteriormente se decidió
por Mercedes-San Vicente, aunque no se sabe verdaderamente. Finalmente
se concedió un permiso por lo que el traslado queda en
suspenso. Los proyectos que se tienen pensados son de diferentes
opciones: transformar el mercado en un nuevo concepto de mercado
que abarque todas las escalas, desde el trueque hasta el intercambio
con el Mercosur. Junto a la plaza, se crearía la Plaza
de los Artesanos, donde convivirían una feria artesanal
con áreas para actividades culturales y artísticas
y un nuevo edificio institucional. La estructura del Mercado de
Hacienda se reutilizaría para el Parque Ferial del Mercosur
y sobre la parte arbolada de los viejos corrales que da sobre
la avenida Eva Perón se construiría el Parque Temático
de las Provincias. Se extendería una línea de premetro
nueva, que uniría La Matanza, Mataderos y Liniers.
Bar
Oviedo
Antiguamente
existía un lugar al que todos acudían para abastecerse,
beber o relacionarse con otras personas: el Almacén de
Campo. El Bar Oviedo que se encuentra frente al Resero, en la
esquina de Lisandro De la Torre y Avenida de los Corrales, era
justamente aquel Almacén de Campo.
Funciona
desde 1898, siendo su primer dueño un francés de
apellido Dufaur, por esta razón era llamado “el Bar
del francés”. Posteriormente recibió el nombre
de “Bar de los Payadores” siendo su dueño un
señor de apellido Ghio.
En
la década del 50 fue comprado por una sociedad de cinco
socios que se disolvió quedando como único dueño
Manuel Blanco López, quien al morir en 1997 deja el bar
a su yerno Héctor, el cual lo atiende actualmente.
La estructura del bar no cambió en nada: el techo es de
ladrillo de adobe, recubierto por chapas. Debido a su deterioro
se modificó el color de las paredes y el mostrador.
Antiguamente,
se encontraban sobre ambas veredas a las que da el bar, los palenques
donde se dejaban atados los caballos. Lamentablemente desapareció
el que estaba sobre la avenida de los Corrales, por la colocación
de la parada de colectivos.
Existía
hasta hace pocos años un buzón en la esquina, que
fue retirado y aunque los dueños del bar lo solicitaron
para que se mantuviera como recuerdo no lo volvieron a colocar.
A
este bar concurrían los parroquianos y la gente relacionada
con el matadero. En especial se destacaba la presencia de los
guapos: trabajadores de los nuevos mataderos instalados en la
zona, razón por la cual siempre cargaban consigo un cuchillo,
con el que faenaban a las reses; eran valientes, respetados y
hasta temidos.
En
el bar resultaba común la pelea de guapos con el desenfunde
de sus cuchillos y por ende, trágicos finales.
La
especialidad del bar son las empanadas de carne cortada a cuchillo
y los chorizos caseros.
En
la actualidad, hay un mayor movimiento de personas a la mañana
debido al funcionamiento del mercado, mientras que por la tarde
el movimiento es menor y las personas que concurren son los habitúes.
El
billar que se conserva adentro es histórico, considerado
uno de los mas antiguos de la ciudad.. Fue importado en 1920 desde
Estados Unidos.
El
Bar Oviedo fue nombrado por la Legislatura, como “Bar Notable
de la Ciudad de Buenos Aires”.
La
Recova
Rodean
la Recova árboles que en su mayoría son Tipas.
En
el cuerpo principal del edificio se encuentra la torre con un
reloj, de veinte metros de altura.
En
el piso superior se encontraba la vivienda del Administrador General
y su familia.
En
el ala derecha en la parte superior, se alojaban funcionarios
de las dependencias, mientras que en la planta baja se encontraban
las fondas (antiguas casas de comida donde también, en
algunas, se brindaba hospedaje). También se encontraban
varias viviendas de operarios, que debían estar siempre
dispuestos a resolver problemas de emergencia en las instalaciones.
En
el ala izquierda, la parte superior estaba destinada a la Escuela
Primaria Mixta Nº 5, que fue la primer escuela del barrio
inaugurada antes de terminar el conjunto edilicio en 1897. Cumplió
sus bodas de oro en ese lugar y más tarde se trasladó
a Tandil y Cañada de Gómez.
La
Comisaría de la seccional 38 funcionaba donde actualmente
se encuentra el Museo Criollo de los Corrales.
Cerca
de la esquina, se encontraba la agencia del Banco de la Nación
Argentina; más tarde estuvo allí la sala de primeros
auxilios del Hospital Salaberry (inaugurado en 1915).
A
la derecha se encuentra el Centro Comunitario Nº4.
Entre las fondas y negocios de la Recova se encontraba la de Doña
Battistina que se la llamaba “Fonda de la Viuda” atendida
por ella, y otra “La del medio” donde solían
concurrir artistas que actuaban en el centro, para probar los
churrascos que servían.
En
el año 1979, por decreto, se declaró Monumento Histórico
Nacional a todo el conjunto edilicio del Mercado Nacional de Hacienda,
es decir la construcción de la Recova sobre Lisandro De
la Torre, las alas norte y sur, y el monumento a El Resero.
Museo
Criollo de los Corrales
Museo costumbrista que exhibe la vida del hombre de campo, sus
tradiciones (muy arraigadas en este barrio), reviviendo su historia;
y muestra parte del pasado de la Ciudad de Buenos Aires.
A
partir de la idea del doctor José Antonio Almada, de crear
un Museo Gauchesco, se abre El Museo Criollo de Los Corrales.
Esta iniciativa encontró muchas dificultades, especialmente
referidas a su ubicación. La idea se mantuvo apartada durante
unos cinco años hasta que la retomó otro señor
haciendo pedidos por escrito al entonces director del Mercado
Nacional de Haciendas, quien finalmente otorgó gratuitamente
el local. Desde aquel momento se comenzó a recibir donaciones
de elementos, prendas y objetos gauchescos que fueron la base
del museo actual.
Se inauguró en 1964 con el nombre de Museo Tradicionalista
y luego cambió por el actual: Museo Criollo de los Corrales.
Rápidamente las salas quedaron chicas y se recurrió
a la ampliación de ellas. Entre los elementos que se exhiben,
se pueden destacar: una carreta, un aljibe, platería, objetos
del gaucho, una pulpería, una maqueta, un verdadero horno
de barro, cuadros.
El
Museo abre los domingos de 12 a 18,30 horas. Las escuelas pueden
solicitar turno para ser visitado durante la semana.
Av.
de los Corrales 6476
Teléfonos.: 687-1949 / 571-6143
El
Resero
El
Resero fue el primer monumento emplazado en el barrio de Mataderos.
Recuerda
a los reseros que arreaban las reses por las tierras hasta el
matadero, responsables además de las condiciones en que
llegaba el ganado. Con la aparición de medios de transporte
capaces de transportar la hacienda, fue desapareciendo la figura
del resero.
Originariamente
el monumento estaba ubicado en el Palais de Glace sobre la Plaza
Alvear. Edmundo Kelly tramitó la instalación del
monumento El Resero en su actual emplazamiento.
Fernando
Ghío convenció al intendente de aquel entonces,
De Vedia y Mitre, que el lugar apropiado para el monumento era
frente a la entrada del Mercado de Hacienda. Fue inaugurada en
1934. Es obra del escultor Emilio Sarguinet, especialista en figuras
de animales. Los que no conocen los caballos criollos podrían
pensar que el escultor cometió un error porque adelanta
una mano y una pata del mismo lado. Lo que ocurre es que a estos
animales se los adiestra a caminar de ese modo, con suavidad.
Esta forma de caminar hacía que el resero pudiera dormitar
mientras andaba a caballo sin riesgo a caerse, permitiéndole
más estabilidad.
Cuando
se inauguró la estatua, su base tenía unos pocos
centímetros por lo que de lejos daba la sensación
de estar sobre el césped. Los niños se subían
al caballo; por lo que se decidió elevar la base y en 1995
se enrejó.
Feria
de Mataderos
El
sector donde está ubicada la Recova y sobre la intersección
de las calles: Lisandro De la Torre, que pasa por delante de la
Recova y Avenida de los Corrales que nace allí, es muy
concurrido los días domingos desde temprano, debido a la
famosa Feria de Mataderos que se instala. Es una tradición
que comenzó allá por 1986.
Desde
aquel año, todos los domingos este lugar se transforma
en una fiesta de campo, constituyendo una tradicional feria criolla
para la producción y difusión de tradiciones populares
argentinas.
El paseo cuenta con puestos de todo tipo, algunos rodeando el
monumento al Resero, frente al Mercado de Hacienda:
·de
artesanías tradicionales ( indígenas y criollas),
realizadas en plata, madera, tejido, cerámica;
·de
comidas regionales (locro, tamales, empanadas, tortas fritas,
pan casero, dulces).
Además
se puede disfrutar:
·de
festivales artísticos (folklórico de música
y danzas populares)
·de
destrezas gauchescas, alrededor de las cuales giran diferentes
actividades: jineteadas, carreras de sortija, juegos tradicionales
para niños y adultos (tales como: juego del sapo, cinchadas,
carrera de embolsados o palo enjabonado).
Las
antiguas fondas se han convertido en restaurantes donde actualmente
se puede almorzar.
También
se realizan talleres de telar, guitarra, tallado en madera, danza
folklórica y tango, entre otros, con carácter gratuito
En
verano la Feria funciona los sábados por la noche; y el
resto del año: los domingos y feriados de las 11hs. a 20
hs., pudiéndose presenciar los espectáculos de folklore
a partir de las 13.30 hs. Su entrada es gratuita.
. Trabajo elaborado por:
Docentes
de área Educación Inicial- Secretaría de
Educación del Gobierno Autónomo de la Ciudad de
Buenos Aires
-ALONSO,
Susana Graciela - Profesora de Jardín de Infantes
-con especialización en Informática Educativa,
-con especialización en Literatura Infantil y Juvenil
-SANTIAGO,
Alicia- Profesora de Jardín de Infantes
-con especialización en Literatura Infantil y Juvenil |